Agustina Arámbulo, de la selección sub 17, fue operada a los seis meses de una cardiopatía congénita; despertó de la operación el 25 de diciembre de 1998 y hoy la comparan con el Ruso Pérez
+ Marcelo Decaux @mardecaux -
Agustina Arámbulo
Cuando el 25 de junio de 1998, al otro día del nacimiento de Agustina, a papá Rafael y a mamá Alejandra les comunicaron que su hija padecía una cardiopatía congénita, la noticia pegó duro. Como a cualquier padre. Más a ellos que son enfermeros y conocen algo sobre asuntos de salud.
La niña padecía de estenosis aórtica y también de las vías arteriales pulmonares. Era todo un tema.
Sin embargo, le pusieron el pecho a la situación y a los seis meses, Agustina Arámbulo fue operada con éxito.
Fueron ocho horas en las que el Dr. José Nozar –hoy fallecido– integrante del Instituto de Cardiología Infantil (ICI), que por entonces estaba instalado en el Hospital Italiano, operó a la bebé. Entre los médicos que la atendieron también estaba Roberto Canessa.
Era el 23 de diciembre de aquel año y Rafael y Alejandra solo podían esperar dando vueltas por el parque circundante al Obelisco. Pese a que tenían experiencia como padres, –ya tenían otras tres hijas– nunca habían vivido esa situación.
Si bien salió bien del quirófano, le tomaron muestras de sangre que enviaron a Estados Unidos, pues podía padecer Síndrome de Williams. “Es un trastorno genético con alteración del gen de la elastina del cromosoma 7”, explicó a El Observador el cardiólogo que la atendió en estos 13 años, Pablo Carlevaro. En otras palabras, es un problema de la proteína que conforma las paredes de las arterias. Por suerte, el resultado fue negativo.
Pasaron una Nochebuena muy especial y al otro día volvieron al sanatorio. Agustina ya estaba despierta. Fue como un milagro de Navidad.
“Sí, es una buena definición”, reconoce su padre Rafael.
Como en toda operación al corazón, le abrieron el esternón con ganchos “y ahora cuando le toman una radiografía de tórax, aparecen los ganchos”, según explicó a El Observador su madre Alejandra.
Siempre fue una niña precoz y a los nueve meses comenzó a caminar. “En la escuela 308 de Manga fue brillante y practicó atletismo. Más tarde también hizo taekwondo llevada por una hermana”, indicó su mamá.
Hoy Agustina es una de las que más corre en la mitad de la cancha de las chicas celestes que disputan el Sudamericano sub 17 de Bolivia. ¡Y solo tiene 13 años!
Pero además, sirvió de inspiración para que su hermana Nicole comenzara a jugar. “Para acompañarla, jugaba al fútbol con Agustina, que era la que más le gustaba y así siguió”, recuerda Alejandra. Hoy ambas juegan en esta selección celeste, siendo un caso diferente en Uruguay, y Nicole es la capitana.
“Los médicos nos pidieron que antes de la operación se durmiera mirando a los padres, ya que lo mejor era que la última imagen fuera nuestra. Yo la tomé en mis brazos y le canté hasta que quedó casi dormida. Allí llegó el anestesista que le dio un sedante pequeño para llevarla al quirófano. A ese hombre le entregás la vida de tu hija. Fue algo muy fuerte”, explicó el padre Rafael a El Observador.
Por estos días, a Agustina –que da cuatro años de ventaja a sus rivales– sus compañeras la comparan con el Ruso Pérez por cómo barre todo en la mitad de la cancha. El Ruso en versión femenina y de 13 años, comenzó a jugar a los 5 y su corazón nunca le ocasionó ningún problema.
Su primer club fue Tacuarembó de la zona de Manga y luego se fue con su hermana a Colón, el club que más chicas ha aportado a esta selección uruguaya sub 17.
Agustina es hincha de Peñarol y su hermana Nicole –la otra celeste– es de Nacional. Sin embargo, en una de las fotografías que ilustran esta página, están con las camisetas cambiadas, porque cuando eran más chicas hinchaban al revés.
Para su médico de toda la vida, Pablo Carlevaro, “cuando un paciente tuyo y con estas características tiene éxito –como sucede en este caso– se siente una satisfacción enorme”.
El cardiólogo agregó que Agustina “evolucionó muchísimo en estos años” y reconoció que antes de partir a Bolivia se le practicó una ecografía al corazón y una ergometría que dieron notables resultados. No obstante, Carlevaro hizo una buena aclaración. “El caso de Agustina es espectacular. Pero hay que tener cuidado, porque todo depende de la cardiopatía. Existen cardiopatías muy graves que no permiten hacer una vida normal al paciente y ni que hablar que tampoco deportes”, aclaró el médico a El Observador.
Agustina vuelve el viernes a vestir la celeste luego de fuese expulsada ante Perú y no pudiera enfrentar a Colombia. El viernes ante Argentina a partir de la hora 16, no podrá jugar su hermana Nicole, quien vio la roja ante las cafeteras. Llevan los mismos genes...
Pero Agustina estará allí, con la número 8 en el clásico del Río de la Plata. Con un corazón enorme. Un canto a la vida.
FUENTTE Y FOTO : EL OBSERVADOR
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